La inocencia de la adivinación
“Una dulce mirada que se posa fijamente en tus ojos, solo unos instantes los suficientes para adivinar los más profundos secretos de tu alma y las verdades que se ocultan en el futuro incierto.”
Acomodar lo mazos, dividir las cartas, respirar hondo y simplemente mirarte, eso hace Susanna, la niña que cursa octavo grado del colegio X y que se sienta en cada descanso con sus amigas en el rincón más apartado donde las monjas no puedan ver lo que hace: adivinar el futuro por medio del tarot.
Cada carta es pasada con agilidad por las manos pequeñas de la niña de trece de años mientras recita con alegría: “es como una droga, esto lo de adivinar” y con la disposición de las cartas en forma de cruz toda la sesión inicia con la clásica pregunta ¿Qué quieres saber?
“Los desconocido es lo más aterrador,
El futuro lo más tentador,
El conocimiento es el poder para
Los que el miedo desean vencer”
De cada familia conservadora y creyente siempre sale sus ovejas negras, en esta situación peculiar las ovejas fueron Sussana y su abuela. “Tarde tres meses en aprender todo lo relacionado con el tarot, mi abuela es una gran maestra, ella aprendió con las amigas de la jubilación”
La abuela de Sussana una encantadora señora de 80 años, que no aparenta en su vitalidad y actitud la carga de la edad, se ha convertido en la heroína de la nieta menor. Amante de lo esotérico, de lo paranormal y único, la abuela Adela rompió el estereotipo moderado y calmado que debe poseer las personas de su edad y lanzó a su nieta al mundo de lo oculto.
Y de lo que empezó como un juego por la tarde pasaron a semanas donde había que aprender posiciones, significados, sentir a la otra persona, saber que el futuro no es claro para todo el mundo y menos para el que intenta descifrarlo, sin embargo es una droga y como droga se vuelve adictiva cuenta la colegiala.
Sin embargo, todo esto de la adivinación es un secreto, solo los más cercanos como las amigas y amigos saben, de la familia solo la otra oveja negra sabe de las jugarretas de la más pequeña y en el colegio las compañeras que solo la buscan cuando necesitan.
“Mi mamá no sabe nada, se pondría a pelear con mi abuela”
Por otra parte, la adivinación tiene su lado triste. “Dolía más al principio todo lo del Tarot porque mis compañeras se burlaban, pero ahora eso ya no importa, y aquellas niñas que dicen cosas a mi espaldas yo si les cobro no como a mis amigas” expresa Sussana mientras lanza otra carta.
“La gitana de cabello oscuro,
La luna no quiere mirar,
Adivinar los secretos propios
La ponen a temblar”
“¿Adivinar mi futuro?, me da miedo es como lo que dice mi abuela uno puede ver tan claramente a los demás menos a uno mismo” y con esa última frase se termina la sesión.